CONSULTA BIBLICA
Desde Guatemala nos escribe una amiga oyente para hacernos la siguiente consulta. Mi madre falleció el año pasado, sin embargo yo he tenido mucha paz y tranquilidad sabiendo que ella esta con el Señor. Mis hermanos la sueñan y lloran, pero yo me siento tranquila y feliz aguardando la esperanza de volver a verla. Mi pregunta es debido a lo siguiente, el día de ayer salí de mi trabajo ya de noche e iba por la carretera, en algún momento decidí subir la velocidad más allá del límite, cuando empezó a subir más y más la velocidad, de repente sentí que alguien me tocaba fuertemente el vidrio de la ventana de mi lado (era como cuando alguien toca una puerta), cuando di vuelta, escuché la voz de mi madre que me decía “maneja despacio, baja la velocidad”, le cuento que yo sentí la presencia de ella cerca de mí y la voz era de la ella. Bajé el límite de la velocidad y recordé que cuando iba a visitar a mi madre, me decía lo mismo cuando estaba por salir a la noche. ¿Menciona la Biblia en alguno de los libros que esto pueda suceder? O ¿qué pudo haber sido esto?
Gracias por su consulta. Siento mucho por la temporal separación de su madre. Alabo al Señor por el consuelo que ha recibido de parte de Dios para aliviar su dolor. Le felicito por la esperanza gloriosa que tiene de volver a ver a su madre algún día. Todos los creyentes tenemos la esperanza de volver a ver a todos nuestros seres queridos que habiendo sido del Señor, se nos han adelantado en la partida al hogar celestial. Hasta donde puedo discernir, Usted tiene muy claro este asunto. Lo que le ha hecho desestabilizar es aquella experiencia según la cual aparentemente oyó que alguien tocaba la ventana del auto que Usted conducía por encima del límite de velocidad y al mirar escuchó lo que le pareció la voz de su mamá ya fallecida, quien le exhortaba a manejar más despacio. Nos pregunta si hay algo en la Biblia que explique lo que experimentó. Y si no, ¿entonces qué es lo que pasó?. Al respecto, amable oyente es necesario remitirnos a una historia de la vida real que relató el Señor Jesús y que registra Lucas en el Evangelio que escribió en el capítulo 16 versículos 19 a 31. Es un pasaje bíblico un tanto extenso, pero es necesario leerlo. La Biblia dice: Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
Luk 16:20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
Luk 16:21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Luk 16:22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
Luk 16:23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Luk 16:24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Luk 16:25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Luk 16:26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Luk 16:27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
Luk 16:28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
Luk 16:29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
Luk 16:30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
Luk 16:31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Se trata de dos hombres diferentes, dos estilos de vida diferentes, dos destinos diferentes. En cuanto a los dos hombres diferentes, el uno era inmensamente pobre, mientras el otro era inmensamente rico. En cuanto a los dos estilos de vida diferentes, mientras el uno cubría su cuerpo con harapos y comía lo que caía de la mesa del rico, porque era un mendigo, el otro cubría su cuerpo con los vestidos más costosos y comía de lo mejor. Sucede que ambos murieron. La muerte no tiene respeto para nadie, se abalanza sobre ricos y pobres, comunes e importantes, sabios y no sabios, jóvenes, y viejos. Pero el destino de estos dos hombres fue diferente. A raíz de su muerte, el uno fue llevado por los ángeles a un lugar de bendición llamado el seno de Abraham. Pero tan pronto murió el otro se halló en un lugar llamado Hades, un lugar de tormento. Parte de su tormento esta divisar a lo lejos al mendigo disfrutando de las delicias que rodeaban al seno de Abraham. Es en estas circunstancias cuando se da un diálogo entre el rico atormentado y Abraham. En su tormento, el rico clama a gritos a Abraham y le dice: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro, el nombre del hombre pobre, para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. La respuesta de Abraham fue doble. En primer lugar el tormento que estaba recibiendo el rico fue el resultado de no haber arreglado su problema de pecado con Dios mientras estaba vivo en la tierra. El rico vivió para rodearse de comodidad, pero se olvidó del bienestar espiritual de su alma. En segundo lugar, no hay manera de que alguien que está en el seno de Abraham pueda pasar a ese lugar de tormento, y tampoco hay manera de que alguien que está en el lugar de tormento pueda pasar al seno de Abraham. Siendo así, el rico optó por pedir algo diferente. Ya que no se podía hacer nada para aliviar su situación de tormento, el rico piensa en su familia, la cual si no arregla su problema de pecado con Dios, también irá a parar al mismo lugar de tormento donde él ya estaba. Esto motiva al rico a hacer otro pedido a Abraham. Le dice: Te ruego pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. En esencia, lo que está pidiendo el rico a Abraham es que un hombre que había muerto, vuelva del mundo o de la esfera de los muertos y se comunique con su familia para advertirles del peligro en el que se encuentran. Si Abraham hubiera accedido a este pedido significaría que es posible que un muerto venga del más allá para entregar algún mensaje a alguien que está vivo. Pero esto no es posible, y por eso Abraham respondió al rico en tormento, que no hace falta que alguien venga de los muertos para hablar con los vivos, por cuanto los vivos tienen la palabra de Dios para saber sobre el peligro en el que se encuentran y la manera como evitar llegar a ese lugar de tormento cuando mueran. El rico no se convenció del todo con la respuesta de Abraham y dijo: No, padre Abraham, pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. La respuesta de Abraham fue sencillamente: Si no oyen a Dios por medio de su palabra, tampoco oirán si alguien viniera de los muertos. Eso puso punto final al diálogo. El rico está hasta ahora en tormento y estará en tormento eternamente, mientras el mendigo está en un lugar de bendición eternamente. Definitivamente la Biblia enseña que una persona que ha muerto no puede en absoluto comunicarse con el mundo de los vivos. Esto significa que la tan publicitada capacidad de los médium para hacer venir a alguien de entre los muertos o para escuchar la voz de alguien que ha muerto, es una farsa, un engaño, y si algo sobrenatural ocurre no será por obra de Dios sino por obra de Satanás por medio de sus demonios. Cuando alguien oye o ve a alguien que ha muerto, no está viendo u oyendo a la persona que ha muerto sino a demonios que suplantan la identidad de quien ha muerto. Debemos tener mucho cuidado con la invocación a los muertos. Así que, amiga oyente, no fue su madre fallecida quien tocó la ventana y luego le advirtió para que disminuya la velocidad del auto. Muy probablemente fue su imaginación por lo mucho que amaba a su madre y por las reiteradas advertencias que mientras ella estaba viva le hacía en cuanto a tener mucho cuidado cuando manejaba en la noche. Pudo haber sido también su conciencia acusándola de estar haciendo algo que es incorrecto además de peligroso, me refiero a conducir por encima del límite de velocidad. En la vida cristiana, las experiencias se juzgan por lo que dice la palabra de Dios, no se juzga la palabra de Dios por las experiencias. En su caso, la palabra de Dios dice que una persona muerta no puede comunicarse con una persona viva. Esto debería ser suficiente para reconocer que no fue su madre quien le tocó la ventana y luego le habló.
Comentarios
Publicar un comentario